martes, 10 de abril de 2012

soy cornudo y me gusta

El inicio de como llegué a ser lo que soy relato a un amigo/a

Hola, mi nombre es Alberto y soy de México, quisiera contarles como me di cuenta de los enormes cuernos que me ponía mi esposa y todo lo que hemos vivido desde entonces.

Mi esposa se llama Brenda Paulina y tiene 28 años, yo le llevo 2 años, por lo que tengo 30. Nos casamos hace 3 años, todo era normal en los primeros dos años de matrimonio, ella era muy tradicional en el sexo y en su manera de vestir, lo único que hacía de manera sobresaliente era el sexo oral, es buenísima, y es que me contaba que luego con sus novios o conquistas, para no tener que coger con ellos, pues prefería chupárselas, pero que lo tenía que hacer de manera excelente para hacerlos venir rápido y no tener que coger con ellos.

Brenda es, a mi parecer, muy guapa: es morena clara, delgada, con la cara muy bonita pues tiene los ojos grandes y expresivos, una boca carnosa pero pequeña y una nariz respingadita. De cuerpo, pues sus pechos son pequeños, con pezones también pequeños, nada espectacular; pero lo realmente notable es de la cintura para abajo, pues aunque sus pechos son pequeños lo que hace que se noten es que tiene una cinturita muy breve y un culo fantástico, nalgas redondas, enormes y firmes sin celulitis y unas piernas bien torneadas y de una forma fantástica, sus medidas son: 83-60-105.

Pero como les decía era muy tradicional, se vestía con faldas largas abajo de la rodilla o pantalones bastante flojos; sin embargo, hace un año empecé a notar un cambio muy drástico en su apariencia, pues de vestir siempre con calzoncitos muy normales, blancos, que le cubrían todas las nalgas, cambió a comprar puras tangas de hilo dental, obviamente me decía que era porque quería verse mas sexy para mí, y vaya que lo estaba, con ese culazo y en tanga. Pero los cambios no terminaron ahí, de ir a trabajar con traje sastre de pantalón y nada sexy pasó a comprarse minifaldas que quitaban el hipo, pues las más largas le llegaban a medio muslo, y aparte de todo se las compraba súper pegaditas o tableadas (como de colegiala), por lo que sus piernas y su trasero se veían espectaculares (cuando se sentaba era un espectáculo verla, pues era increíblemente fácil que se le viera la tanga), y el colmo era cuando según ella iba tapada al trabajo, pues se ponía unos mallones y un suéter largo, pero más corto que sus minis, pero sin tanga, porque decía que no quería que se le viera ninguna costura en el mallón.

En el sexo también se mostraba mucho más atrevida, aún no me permitía darle por el culo, pero le encantaba probar nuevas posturas y teníamos sexo mucho más seguido.

Después de toda esta introducción les contaré como supe a ciencia cierta que era un gran cornudo, en primer lugar he de decirles que desde que se dio el cambio de apariencia en mi esposa, pues ya sospechaba algo, pero como ella seguía siendo muy cariñosa y todo estaba muy bien en tantos aspectos que no le daba la importancia que requería; sin embargo, hace dos meses se organizó una comida en casa de su jefe, que se llama Ramiro; la comida era informal, así que Brenda se vistió con una blusita de tirantes color rosa muy normalita, una minifalda de mezclilla chiquita y pegadita que de broma le decía que era un cinturón ancho pues le quedaba mas o menos 3 centímetros por arriba de medio muslo, aparte de una tanga de hilo dental rosa. La verdad es que se veía muy apetecible.

El convivio era bastante interesante, fue en una parte del jardín de la casota del jefe, la comida estuvo deliciosa y había bastante alcohol para tomar. Yo estaba tomando bastante cerveza, y pues ya saben, la necesidad de ir a desaguar se hizo presente, así que le dije a mi linda esposita (que en ese momento estaba charlando alegremente con su jefe) que tenía que ir al baño y de paso me fumaría un cigarrito; ya cuando me disponía a fumar me di cuenta de que se me había olvidado el encendedor en casa, así que sin demora regresé a la reunión cuando me encuentro con la sorpresa de que mi mujer no estaba, por lo que empecé a buscar a mi esposa por los jardines de la residencia de su jefe, al no encontrarla en los jardines de la parte delantera de la casa (que era donde se llevaba a cabo el convivio), pasé a buscarla en los jardines detrás de la casa, que eran bastante tupidos en cuánto a árboles se refiere, cuando de pronto escucho murmullos en dirección a un grupo de árboles a unos 10 metros de la casa; me acerco sigilosamente a los árboles y al asomarme por uno de ellos lo que veo me deja boquiabierto:

Mi esposa completamente empinada con el culo bien parado, la minifalda arremangada en la cintura como si fuera cinturón y la tanga debajo de sus nalgas, era un espectáculo verla así, no tenía muy abiertas las piernas pero con sus manos se abría las nalgas; y su jefe Ramiro detrás de ella con los pantalones en los tobillos, una de sus manos en las caderas de mi esposa y la otra jalándole el cabello y clavándosela durísimo por detrás, aunque no sabía si le estaba dando por el culo o por su puchita, en una frase: la estaba cabalgando de lo lindo. Yo no sabía qué hacer, los veía de lado claramente detrás del árbol en el que me encontraba; según yo, no me habían visto, por lo que me decidí a esconderme para ver en qué terminaba todo.

Se veía que mi esposa estaba disfrutando de lo lindo pues mientras era penetrada salvajemente por su jefe ella mantenía los ojos cerrados y gemía y gritaba como loca, nunca la había escuchado así, decía este tipo de cosas:

Así, así, papi, dame más.

Reviéntame toda, papi

Soy tu puta papi.

Su jefe sólo se la clavaba, pero no se como aguantaba tanto, pues le daba a un ritmo frenético y constante, aparte de los gemidos y gritos de mi esposa solo se escuchaba el chocar de sus nalgas con el pubis de su jefe; al principio estaba totalmente entristecido y celoso, no podía creer lo que me estaba haciendo mi mujer, sentía que el corazón se me salía del pecho, realmente era muy feliz con mi esposa, pero mientras pensaba y sentía todo esto mi esposa seguía siendo clavada salvajemente por su jefe y ella seguía gritando y gimiendo, ahí me di cuenta que ella estaba realmente disfrutando todo y a pesar de mi tristeza se me empezó a parar la verga, tenía una erección como nunca la había tenido, me estaba poniendo muy cachondo, sobre todo porque nunca había logrado ese grado de putería de mi mujer conmigo, se me olvidaron los celos, dando paso a una excitación tremenda, quería ver hasta qué punto llegaba la zorra de mi esposa en su entrega a su jefe.

Después de unos minutos que me parecieron eternos su jefe dijo:

A ver puta, quiero ver tu cara de zorra mientras me vengo en tu cara

Claro papi. Dice mi esposa

Y en ese momento mi esposa se desclava de su amante y por fin noto el porqué de su infidelidad, su jefe calzaba enooooooooorme (después me enteré que le mide 25 cm de largo por casi 5 de ancho), se veía espectacular tremenda vergota gigantesca, venosa, palpitante, mojada por los jugos de mi mujer y completamente erecta. Mi mujer se pone de rodillas frente a su jefe, y mientras él se empieza a masturbar frenéticamente mi esposa le lame los huevos; Ramiro no sólo se masturba, también le da golpecitos en la cara con su tremenda herramienta; así están por un rato hasta que escucho un fuerte grito por parte del jefe de mi mujer y veo como una gran chorro de leche sale disparado hasta posarse en la cara de mi esposa, ella ni tarda ni perezosa captura con su boca la reata de Ramiro y recibe el resto de la venida en su boca; ella termina limpiándole la verga a su jefe con la lengua y en ese momento yo me retiro del lugar pues tengo muchas cosas que pensar y no quiero ni que mi esposa ni su amante me atrapen, me voy a sentar al lugar donde estaba el convivio pues tenía demasiadas cosas en la cabeza.

Coninuará . . .

sábado, 31 de marzo de 2012